Al iniciar las sesiones yo estaba frustrada porque no conseguía olvidar muchos aspectos que me hicieron daño en el pasado, y que yo trataba de superar con el tiempo, pero cada vez que sucedían ciertos acontecimientos o situaciones yo volvía a rememorar todo y a sentir enojo, resentimiento y tristeza por no entender el actuar principalmente de mi pareja hacia mí. También no lograba entender el actuar de mis padres en su relacionamiento personal y hacia sus hijos.
Todo esto hacía que yo cada vez entienda menos a los demás y solo juntara enojo, frustración y como que necesitaba aislarme de todos para no sufrir más.
Mi buen relacionamiento con mis seres queridos estaba en juego, especialmente con mi esposo, que es la persona más cercana que tengo.
Luego de pasar por el periodo de analizar todas las facetas del comportamiento propio y de los demás, pude entender mejor el actuar ajeno y mío.
Pude ver que todos tenemos un poco de cada conducta de acuerdo a la situación o momento que nos toca vivir y que reaccionamos de acuerdo a nuestros valores.
Logre aplacar esos pensamientos pesimistas que daban vueltas en mi mente cuando se aparecía un evento complicado en mi vida.
Aprendí a no enojarme tanto con las personas de mi entorno cuando se comportaban de maneras no deseadas por mí, ahora tengo empatía, pude dejar atrás el enojo que sentía ante ciertas situaciones porque las comprendí desde la perspectiva del equilibrio de las conductas.
Estoy menos nerviosa o angustiada, estas emociones las aprendí a canalizar y son funcionales. Pero lo más importante, puedo disfrutar de mi relación con mi pareja y con mis familiares.